miércoles, 31 de agosto de 2011

La costurerita que dio aquel mal paso


Se despertó tendida sobre la grava del terraplén. Con esfuerzo, levantó la cabeza y vio que, de su pierna herida, manaba una corriente de sangre. Con enérgica determinación volvió a desmayarse y soñó que emergía del otro lado de su arteria femoral, munida de hilo y aguja.
— ¡Qué sutura tan fina! ¡Le salvó la vida! — exclamó más tarde el médico de la guardia.

Microcuento de Graciela Pérez Aguilar.

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