jueves, 29 de diciembre de 2011

Pescadería “Rayas y Centollas”


El doctor Locatelli entró por primera vez en la nueva pescadería de su barrio y le preguntó al dueño:
—Digame, ¿por qué su local se llama “Rayas y centollas”?
—Ya va a saber por qué —le contestó el pescadero con una sonrisa enigmática.

El doctor Locatelli tenía la costumbre de enloquecer a los comerciantes de la zona con preguntas insólitas y enseguida arremetió:
—Ya veo que tiene surubí pero, ¿tiene barajá?
—Podría conseguirle un bagre depilado con una escalerita. Usted lo pone adelante y le ordena ¡Surubí! ¡Barajá! Y el pescadito sube y baja.

Al doctor Locatelli no le gustó nada la respuesta pero continuó:
—¿Tiene langosta ancha?
—No, pero tengo anchoa angosta.

El doctor se puso ligeramente incómodo:
— Ah, caramba carambín, ¿Y tiene patí cantarín?
—Tengo uno tan fresco que canta cumbia, pero no es patí, es pa’ mí.
—¡Carambola carambolista, qué pescadero tan bromista! ¿Tiene mejillones colorados?
—Tengo mejillas rosadas. Una a cada lado de la cara.
—¿Y besugo solitario?
— ¡Jamás beso a Hugo, el solitario? Ni siquiera lo conozco.
—¡¿Y róbalo fermentado?!
—¿Cómo me pide que lo robe? ¡No lo robaría fresco, mucho menos lo voy a robar fermentado!
—¡Por mil demonios! ¿Tiene lenguado discreto?
—No, pero tengo varios deslenguados que hablan hasta por los codos.

El doctor Locatelli se puso de color púrpura, rojo como el corazón de un erizo. Era la primera vez que un comerciante lo estaba enloqueciendo a él.
—¡Rayos y centellas! ¿Con qué voy a hacer una paella?
—Tengo rayas y centollas para poner en la olla —dijo el pescadero sin perder la sonrisa—. ¿Ahora entiende por qué mi local se llama así?
—¡Usted es una rémora, una gallineta, una platija, una borriqueta, un pez clavo, un verdadero pargo!— gritó el doctor y salió, muy digno, de la pescadería en busca de otro comerciante más fácil de enloquecer.


Cuento de Graciela Pérez Aguilar
Foto: Pescados, tomada de la página Salud y Nutrición Tips.com