Cuenta la
leyenda que, un día, Dios salió a caminar por el mundo para contemplar su
creación. Mientras cruzaba el desierto, escuchó los lamentos de un beduino y se
detuvo para averiguar la razón de su llanto.
—¿Qué te
sucede?—le preguntó.
—¡Oh.
Altísimo!—replicó el hombre—. He viajado por la Tierra y he visto las incontables
riquezas que les diste a otros pueblos. Ellos tienen ríos caudalosos, tierras
fértiles, inmensos bosques y montañas de oro y plata. A mí, en cambio, solo me
diste esta arena que quema mis pies.
Dios miró a
su alrededor y reconoció que el beduino tenía razón.
—No llores
más—le dijo—. Te daré algo que ningún otro ser humano tiene.
Entonces, el
Supremo extendió su mano derecha y convocó al viento del sur. Luego, extendió
su mano izquierda y moldeó, con ese viento, una figura mientras exclamaba:
—¡Tendrás la
visión del águila y la valentía de un león! ¡Serás tan elegante como una gacela
y tan fuerte como un tigre! ¡Tu memoria igualará a la de un elefante y tu
resistencia, a la de un camello!
Poco a poco,
la ráfaga de viento fue tomando forma mientras el Infinito Señor continuaba:
—¡Te daré
cascos duros como la roca y tu pelaje será suave como el plumaje del ruiseñor!
¡Serás leal, inteligente y e incansable para el trabajo! ¡Tendrás la belleza de
una reina y la majestad de un rey!
Luego, el
Creador sopló en el hocico de la figura y le infundió vida.
—Ahora—dijo—,
te daré como mi obsequio a los beduinos. Ellos aprenderán a conocerte y
cabalgarán sobre tu lomo. Y tú correrás por la Tierra como el viento del cual
estás hecho.
Así, cuentan
los árabes, fue como su pueblo recibió al caballo, el regalo preferido de Dios.
Leyenda árabe.
Versión de Graciela Pérez Aguilar
Foto: Caballo árabe, tomada de la página Todo sobre campo
hola
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ResponderEliminarA LA ESTIRPE DE MI CABALLO
Soneto Alejandrino
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Mi corazón se angustia por tu ensueño, ¡Poeta!
Hay otra diferencia necesaria en el sueño,
conviene a ciertos potros conocer a su dueño
con especial consciencia conquista su faceta.
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Nacer con un deseo, laurel de amor, secreta
pasión equivocada, cuales crines del brueño
pienso en caballos blancos cual poema alagueño
en brillosos corceles que corren la meseta.
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Bayo de raza pura, me razono un caballo
los hombres y mujeres llevamos misma guerra,
mismo lío trotamos, así confuso de hallo.
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Al sujetar la brida, pluma a pintar se aferra
su color de madera o del rosal su tallo,
yo no le digo PARDO, sin ofender mi tierra.
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1955
Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano
“Hombre de Maíz, 2009”
Guatemala, C. A.
Estirpe: Origen del caballo de Pura Raza.
Potro: Ejemplar macho juvenil del caballo.
Brueño: Pardo, Castaño, color tierra..
Bayo: Rojo, palomino..
Brida: Rienda o freno para una cabalgadura..